Tal vez piensas que la saciedad es el resultado de ingerir grandes cantidades de alimento. O puedes creer que saciedad y llenura es lo mismo. Pero nada más alejado de la realidad. Aquí comparto una experiencia personal, que puede ayudar a esclarecer lo que significa saciedad.
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Todavía recuerdo aquel día de octubre de 1998, en que invité unos amigos a almorzar, en un aireado y muy bien ubicado restaurante de Caracas, desde donde puede apreciarse una hermosa y extensa vista de la ciudad.
El menú era variado y para gusto de todos, así que nos dimos a la tarea, nada sencilla, de elegir y ordenar. Con muy buen tiempo y servidos todos a la vez, aparecieron ante nosotros cuatro joyas, cuatro obras de arte magníficas y perfectas, con un innegable buen gusto y aromas que prometían una de las mejores experiencias de degustación. Recuerdo que uno de mis amigos no pudo dejar de comentar, que los platos eran tan hermosos, que daba pena comérselos.
Había un solo problema. Según la percepción de todos, las porciones eran muy pequeñas, lo que auguraba un desenlace de abundante pan y jugos para compensar el vacío de alimentos.
Luego de estos comentarios preliminares, bendecimos y agradecimos la comida y nos entregamos al placer. Dejamos de hablar, en la mesa sólo se escuchaba una que otra vez el onomatopéyico Uhmm!, todo un clásico universal a la hora de elogiar un plato delicioso.
Lo curioso de esta experiencia es que antes de haber terminado nuestros platos, comenzamos a hablar, de lo bien que estaba la comida, el balance de sabores, el punto de cocción perfecto de las pastas y también de los mariscos y la carne. La sabia elección de los acompañantes fue también objeto de encomio, pero cada vez probábamos menos nuestros platos. De repente Gilberto dijo: “yo creo que no voy a poder con todo este plato, quiero dejar un espacio para el postre”. Nos miramos y no pudimos evitar la carcajada. Todos estábamos experimentando lo mismo, una sensación de saciedad sin haber concluido aquella porción, que en principio, nos pareció pequeña.
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Esta experiencia ha sido emblemática para mí, pues revela al menos dos secretos básicos de la buena mesa:
- La saciedad y la cantidad no siempre van juntas
- La saciedad no sólo depende de lo que se ingiere
Pero vamos a centrarnos esta vez en el primer secreto: La saciedad y la cantidad no siempre van juntas.
La saciedad
La saciedad es una necesidad fisiológica, tal como la sed, o la respiración, sólo que su falta tiene, por lo general, un efecto más lento en el organismo, que la falta de agua o de aire. Esto hace que sea más difícil comprender y aceptar la relación entre ciertos problemas de salud y la saciedad.
Pero ¿qué es la saciedad? ¿Se trata de sentirme lleno a más no poder? Difícilmente. ¿Se trata de un capricho de mi voluntad decidir que estoy saciado? Nada más alejado de su significado.
La saciedad es una respuesta homeostática del organismo, dirigida a restablecer el equilibrio en cuanto la demanda de nutrientes queda satisfecha.
En otras palabras, es una señal para que dejemos de ingerir alimentos, pues ya hemos ingerido los nutrientes que necesitamos. Entendido de este modo, la saciedad es un proceso complementario al hambre. El hambre es la sensación que indica la necesidad de nutrientes y la saciedad indica el fin de esa necesidad. El hambre abre un proceso que sólo la saciedad puede cerrar apropiadamente.
Saciarse no es comer y tampoco es comer en grandes cantidades. A veces se consumen grandes cantidades de alimentos en una comida, sin embargo no se logra la sensación de saciedad. Esto se debe a que lo que estamos comiendo, no es lo que necesitamos en ese momento, no es lo que nos nutre. Si esto ocurre, no es de extrañar que sigamos comiendo un poco de esto, un poco de aquello, durante todo el día, en busca de la tan ansiada saciedad.
Esto nos indica que la calidad de los alimentos es determinante para asegurar la saciedad. No es necesario consumir grandes volúmenes de comida, sino las cantidades suficientes de las calidades apropiadas para nutrir nuestro organismo.
La saciedad llega antes de que el estómago esté completamente lleno. Es una sensación de plenitud y satisfacción, un saber que todo está bien y que por el momento, es suficiente. Por eso los taoístas, con su gran sabiduría, sugerían que sólo comieras hasta que tuvieras ¾ partes del estómago lleno.
La elección
Esto nos lleva a la necesidad de elegir lo que vamos a comer, para no tener que comer de más y así lograr la necesaria saciedad. Aquel día en el restaurante, todos estábamos de buen humor, si apuro, sin temor a no poder pagar la cuenta y con ganas de disfrutar el momento y el lugar. Esta combinación de factores, hizo que pidiéramos platos que se acomodaban a nuestras necesidades reales en ese momento. Así fue que la magia de la saciedad operó en nosotros, con porciones que podrían haber sido insuficientes en otra ocasión.
Pero no siempre tenemos el humor, el tiempo, el momento y el lugar para hacer este tipo de elecciones. Por eso podemos ayudarnos a elegir la alimentación apropiada para nosotros, utilizando la guía de la Dieta del Genotipo.
A mi me funciona y te invito a que lo intentes tú también.
Pregunta: ¿Te das el tiempo para elegir los alimentos que necesitas en tus comidas diarias?
3 replies to "Saciedad y cantidad"
mi tipo de sangre es “B” RH negatrivo.
Podrias darme alguna informacion
Estoy esperrando respuesta a mi pregunta anterior. Gracias
Si Hilda, vamos a seguir aportando información en el blog, que será de utilidad para tu grupo en particular y también para los demás grupos.
Saludos.