¿Seguimos o paramos con nuestra relación de pareja?

¿Cuántas veces te habrás hecho esa pregunta en relación con tu pareja?

Yo me la he hecho muchas veces en mi vida. Me la he hecho en cada relación que he tenido. Y creo que a ti te ha ocurrido algo similar.

Hay muchas cosas que pueden llevarte a este espacio de reflexión y dudas. Ocurre mucho cuando cada uno de ustedes defiende una posición contraria a la del otro. Cuando te empeñas en hacer que el otro se mueva a tu zona de confort o viceversa.

Esto puede ocurrir en cualquier ámbito.

  • Puede ser un tema relacionado con los hijos: Tú quieres que se esfuercen mucho para que estén preparados para la vida. Tu pareja prefiere consentirlos y dejar que disfruten esos años de infancia que no volverán. ¿Quién tiene la razón?
  • Puede ser que tú tengas un estilo de vida muy gregario y te guste andar rodeado de familiares y amigos todo el tiempo, con la casa llena de gente. Pero tu pareja es más dada a la intimidad y no tolera el bullicio ni la casa con gente por todos lados. ¿Quién tiene la razón?
  • Puede ser que tú necesites una vida sexual intensa y que tu pareja rehúya del sexo todo el tiempo. ¿Quién tiene la razón?

En realidad, no importa quién tiene la razón, pues cada uno tiene sus razones. Lo importante es qué van a hacer para ponerse de acuerdo y seguir adelante a pesar de las diferencias.

Esta es la parte difícil, la parte que requiere dedicación, atención a los detalles, comunicación y trabajo en equipo. Requiere una perspectiva que les permita mirar la situación desde afuera y conseguir una solución conjunta que los dos puedan aceptar.

Lo fácil, es decir que son incompatibles y romper el vínculo de pareja.

En ese caso, unos días, semanas o meses después, aparecerá otra nueva ilusión en tu vida y volverás a creer que esta vez sí te encontraste a la persona ideal. Luego, van a llegar los inevitables conflictos y ¿qué vas a hacer? ¿Vas a volver a escapar como has hecho antes?

¿Por qué dedico tanto tiempo a “arreglar” las relaciones?

Varias personas me han preguntado:

“Arístides, ¿por qué dedicas tanto tiempo y tanta energía a intentar arreglar las relaciones que están en problemas?

¿No ves que eso consume mucha energía y que la mayoría de las parejas que lo intentan, no lo logran?”

Y mi respuesta a esta pregunta tiene dos partes:

Primero, siempre es más fácil destruir que construir. Pero de la destrucción sólo quedan algunos “escombros” emocionales, que muchas veces te hacen más daño que bien.

Una pareja son dos personas que han empezado a construir algo. No sé qué han construido en tu caso, pero no están en cero. Han creado conexiones que se han mantenido por un tiempo y han seguido creando más conexiones y mayor integración a nivel emocional, físico, material, mental y espiritual.

Esta construcción tiene valor para ti y también ha creado expectativas a futuro en cada uno de ustedes.

Cuando decides destruir esa construcción, de un manotazo, te quitas todos los problemas y preocupaciones de una vez. Pero también desaparecen todas las oportunidades, todas las conexiones especiales que crearon, todas las expectativas que tuvieron.

Y no sabes bien si esa pudo ser la pareja de tu vida, porque no lo intentaste lo suficiente… Lo que me lleva a la otra parte de mi respuesta.

Segundo, muchas parejas no están preparadas para sortean situaciones de conflicto. La emocionalidad, el orgullo y la terquedad, son algunos de los obstáculos que se interponen en la solución de sus conflictos.

Hay una gran falta de educación y de recursos, en la pareja de hoy, a la hora de enfrentar sus diferencias con madurez. Lo que puede resumirse en una falta de recursos de comunicación consciente y la incapacidad de llegar a acuerdos y cumplirlos.

Esto empieza por la deficiente gerencia de emociones en cada miembro de la pareja. Lo que hace que reaccionen por impulsos inconscientes, sin saber siquiera lo que les mueve a hacerlo.


Es por esto que dedico energía y tiempo a informar sobre estos temas y a crear herramientas para que las personas y las parejas, puedan aprovechar lo más posible, las oportunidades que tienen delante.

No creo en relaciones eternas

Yo no creo que una buena relación tiene que ser “hasta que la muerte nos separe”. Pero sí creo que cada relación de pareja tiene una vida útil y una utilidad. Si acortas su vida útil, te pierdes parte de su utilidad.

Una cara de la utilidad de una relación está en la experiencia y en la memoria emocional de lo vivido. La otra cara está relacionada con el crecimiento y el aprendizaje que te aporta como ser humano.

Una relación de pareja es una oportunidad para agrandar tu manera de ver el mundo, de hacerte más consciente de ti y de comprender mejor a los demás.

Aprovecha toda la vida útil y la utilidad de tu actual relación. Así, si tienes que despedirte, lo harás con gratitud y sin remordimientos.

Un abrazo de luz