Puedes escuchar y descargar el audio en mp3 gratis aquí:


RESUMEN

Con mucha frecuencia, las desavenencias en la pareja toman el camino de la confrontación. Los miembros de la pareja se tratan como si fueran opuestos, enemigos, antagonistas en un conflicto donde parece que les va la vida en ellos.

Esta confrontación, en su mejor versión, es una discusión en la que cada uno lucha por “tener razón”. Se enfrentan uno al otro con intensidad, con determinación y emocionalmente comprometidos. Usan toda clase de argumentos que llevan a todas partes menos a una solución armoniosa para todos.

En casos peores, las confrontaciones llegan a la violencia verbal extrema o a la violencia física, con resultados aún peores para la relación.

En este vídeo te comento unas estrategias sencillas que utilizo cada vez que puedo, para resolver diferencias con mi pareja:

  • La primera estrategia es plantearme que lo que va a ocurrir entre mi pareja y yo no es una discusión, mucho menos una pelea, sino una conversación sensible. Esto me da la posibilidad de enfocarme en preparar una conversación de calidad, con el propósito de encontrar una solución, en lugar de tener razón.
  • La segunda estrategia es recordar con quien voy a conversar. Me preparo mentalmente para atraer a mi mente y mis emociones, la presencia del amor que nos tenemos y que nos hemos tenido.
  • La tercera estrategia, para cuando no tienes tiempo de prepararte y la confrontación te ha tomado por sorpresa, es saber cuándo parar y pedir prórroga, antes que las emociones te lleven a hacer cosas que empeoren todo, en lugar de mejorarlo.

Al final, lo más importante es lograr que tú y tu pareja estén bien, sin importar si ganas o no una desavenencia.

Y tú ¿cómo manejas las diferencias con tu pareja?

Cuando discutas, escucha tu cuerpo y evita que empeore.

 

Transforma las discusiones en conversaciones sensibles y conscientes


TRANSCRIPCIÓN DEL VÍDEO

Hola, yo soy Arístides Molina y hoy estoy aquí preparándome para una pelea con mi mujer.

¿Qué te parece? (risas) No, no, es una broma, totalmente una broma.

Eso de las peleas y mucho menos de las peleas físicas con mi mujer, no me gustan; eso es una cosa que no tiene mucho sentido (la verdad) pero sí que hay mucho roce habitualmente en una pareja. Porque son personas diferentes, con criterios diferentes, con necesidades diferentes y es obvio que mi mujer y yo también chocamos (¿No?) Y tenemos esos conflictos que ¡Guao! uno dice: “Coye, quiero salir de esto ya”, pero entonces, allí se mezclan tantas emociones, tantas cosas.

Yo para empezar, en mi mente trato de buscar un sustituto para la palabra “pelea” y también para la palabra “discusión” y me gusta pensar que voy a tener una conversación “sensible” con mi mujer. Claro, eso lo hago cuando tengo tiempo (¿Sí?) de pensar en lo que voy hablar con ella. Cuando el asunto lo podemos discutir en un momento posterior y tengo tiempo para llegar a ese punto y acondicionar mi mente y mis emociones para eso.

Entonces, lo primero que te recomiendo cuando vayas (así) a tener una conversación, no pienses en que vas a pelear, en que vas a discutir, en que vas a luchar, en que están antagónicos; sino que vas a tener una conversación sensible, donde tú te vas hacer responsable de tratar de ir pisando suavecito, para que no se despierte el león (tampoco), ni el tuyo ni el de tu mujer, el de tu pareja, o tu hombre, quien sea. Entonces, lo primero que me parece que te podría servir (como me ha servido a mí, muchas veces) es eso, de que vas a tener una conversación sensible y vas a andar pisando suavecito.

La segunda cosa que hago, es que mentalizo que nos amamos. Mentalizo que en el fondo, en esencia, nos amamos, nos queremos mucho, nos hemos dado mucho; valido momentos anteriores que hemos tenido, que han sido muy significativos para los dos; los traigo a mi mente y me lleno de esa sensación, esa emoción, de que este problema que tenemos en este momento es insignificante comparado con lo grande que es nuestro amor, lo grande que es nuestra historia, lo grande que es nuestro corazón, lo que nos queremos.

Entonces, ya por ahí tengo una disposición diferente, cambia mi manera de acercarme al problema, mi manera de buscar argumentos, mi manera de prepararme para conversar. Para esta conversación sensible, no se va a basar en que tengo que ver cómo venzo, cómo gano, cómo supero en argumentos, en cosas a mi pareja; sino, más bien pienso: “oye, qué tal, qué hago yo para que nos sintamos bien los dos”. Porque realmente eso es lo que quiero. Yo no quiero vencer, yo quiero vivir feliz con mi pareja. Entonces, eso es otra cosa que siempre hago y me parece muy chévere.

Cuando no tienes tiempo de anticiparte para conversar con tu pareja, sencillamente que te explota el asunto en la cara, mira ya allí es como más difícil, pero sobre todo fíjate en cómo sientes tú, tu corazón, cómo sientes aquí en el plexo. Cuando sientes una sensación dura en el plexo, es momento de parar. ¡Para! ¡No digas nada! Si puedes respira, si puedes, posterga la conversación. O si puedes respira o si quieres has silencio… respira… respira… has silencio y luego si puedes hablar, habla o si no pides prorrogar la conversación.

Porque si no te va a salir todo muy feo, puedes caer en la cosa de un plano de discusión, de argumentaciones que no te van ayudar a tener los resultados que tú esperas. Porque créeme, por más que tú sientas que tienes ganas de ganar, lo que más necesitas es estar bien con tu pareja.

Así que nada… ahí te lo dejo.

Un abrazo.

¡Que esté bien!