¿Te has llevado sorpresas con las personas? Cuando tienes el primer contacto con alguien, grabas esa primera impresión. Luego, tu mente empieza a especular para construirle una personalidad y llenas los vacíos de esa impresión con suposiciones, extrapolaciones y proyecciones de tu inconsciente.

Terminas con una opinión muy completa de lo que la otra persona es. Y en base a esa opinión, eliges el modo de relacionarte con esa ella. Te acercas o te alejas, confías o le temes. Pero todo esto, en la mayoría de los casos, es producto de la reconstrucción que ha hecho tu mente.

Sorpresas

Las sorpresas pueden ser agradables o desagradables.

Las sorpresas agradables son las que te revelan facetas de la persona que superan favorablemente nuestras suposiciones. Pueden ser habilidades desconocidas como tocar la guitarra, saber destapar una cañería o cocinar algún plato con excelencia. Pueden ser posesiones que no anticipaste, como una casa en el campo, un yate o una acción en el club. Pueden ser otra clase de características personales como ser chistoso, ser prudente o ser educado.

Estas sorpresas agradables, tienden a aumentar la admiración y valoración por la otra persona. También son herramientas útiles para facilitar una reconciliación.

Las sorpresas desagradables son las que revelan facetas de la persona que están por debajo de las expectativas creadas tu nuestra mente. De pronto descubres que esa persona mastica con la boca abierta o es un hombre de los que no deja pasar a las damas primero. También pueden ser cosas de mucha mayor envergadura y de consecuencias marcadas. Por ejemplo: Descubrir que una persona es mentirosa, o que es casada cuando te dijo que no lo era.

Estas sorpresas desagradables, tienden a disminuir la admiración y valoración por la otra persona. Incluso pueden llegar a minar la confianza y debilitar gravemente la relación. A veces funcionan como catalizador para tomar la decisión de terminar una relación.

Tu derecho a soñar

Hay ocasiones en la vida en que idealizas a otra persona. Puede ser alguien de quien te enamoraste o un líder social, político o religioso. A lo largo de tu relación con esta persona, tu simpatía y admiración crecen, pues buscas cualquier razón o excusa para que así sea.

Puede llegar el momento en que empieces a recibir sorpresas desagradables de tu “ídolo”. Pero tu conexión y dependencia emocional es tan grande, que no eres capaces de asimilar lo que está ocurriendo. Entras en una paradoja que te divide y te confunde mental y emocionalmente.

Es aquí donde debes aprender a separar las cosas. El ídolo que has admirado, tal vez ya no existe, pero puede que el simbolismo que ha representado para ti, aún sigue vivo. Aquí debes dejar de identificar a la persona en cuestión, con todo aquello que significó para ti. Quédate con lo que te inspiró una vez, como ese sueño al que no tienes que renunciar.

En cuanto a la persona, reconoce que ya no es como la imaginaste una vez y trátala en consecuencia.

Tu fantasía o ilusión, funciona como un unicornio o un hada. Tienen un gran valor simbólico en tu vida, aun cuando su existencia real pueda ser cuestionable.

Lo que ves en los demás, no siempre es lo que son

Tienes derecho a soñar con tu pareja soñada, pues quizás algún día sea real. Puedes ponerle el rostro de una persona en particular, en tus sueños. Pero tienes el deber contigo misma, de ser capaz de diferenciar el sueño de la persona real. Las sorpresas desagradables son oportunidades que te ayudan a hacer esta diferencia.

Pregunta: ¿Cómo te has sentido al descubrir que esa persona importante para ti, no es lo que parecía ser?